La procedencia de este camión construido en el Estado de Washington en
los años 50 está oscurecida. Oscurecida pues la mayor parte de las
personas que lo han tenido y que lo han conducido ya han fallecido. El
actual dueño es demasiado joven en comparación con el artefacto que
ocupa nuestra atención. Todo lo que se relata aquí está recogido de
testimonios recopilados durante horas y horas de charlas delante de
una buena mesa y mantel con nuestros amigos Eduardo, Seve, Benito,
Manolo, Miguel y en menor medida Andrés. De todos ellos sólo Miguel
sobrevive. La relación que yo y mi Familia tuvimos con Eduardo y Seve
fue extraordinaria y ha sido una de las mejores experiencias que he
vivido .Decenas de viajes a los lugares más insospechados fruto de su
vasta experiencia como camionero al volante de los más diversos
camiones incluido el Autocar, compartidos con él y con Seve, su esposa
han sido para mí lo mejor de lo mejor. San Vitero en 1982, La Gudiña,
con comida incluida en La Venta de La Señora Carmen ,Ponferrada y el
Embalse de Prada en 1983, Covadonga, Villaviciosa y Gijón con caída,
remojo y extravío incluido en 1984.... Su fallecimiento marca un
antes y un después. Por ellos es la Historia del “Autocar Diesel” el
camión más impresionante, más tremendo y más colosal que ha circulado
por esta vieja y ancestral Provincia de Zamora.
UN AVANCE...
Desde luego es inconfundible. El ruido del motor Cummins no ofrece
duda ni discusión. A los que estamos acostumbrados a oírlos en buques
no deja de impresionarnos esa cadencia. Ese tono grave que se deja
sentir a más de un Kilómetro de distancia. Da la sensación de que se
acerca un terremoto de nueve grados...o un Tiranosaurio
AUTOCAR DC-75 EN ESTADO ORIGINAL
cabreado...cuarenta años después de su construcción cerca de las
costas del Océano Pacífico, el monstruoso Autocar seguía atronando con
su ruido las milenarias tierras de Zamora, poniéndoselos – y disculpen
la expresión- de corbata a todos los que lo veían circular. Todos los
camiones que el viejo mastodonte fue dejando atrás...Barreiros,
Comets, etc...no eran más que anécdotas. Anécdotas que morían año tras
año en los desguaces al ser productos fungibles mientras él se
mantenía tan firme y colosal como las Pirámides de Egipto. Arrastrando
Camiones averiados cuarenta años mas nuevos que el, transportando
remolacha... Su viaje a través del Atlántico es algo que aún hay que
averiguar. Su estancia en la comarca de Benavente forma parte ya de la
Historia. Ahora vamos a contar esa historia.
BENAVENTE. 1960.
Desde luego no pasaba desapercibido. En innumerables ocasiones el
Autocar, propiedad entonces de Cesáreo Pichel de Zamora pasaba cargado
de cemento, ladrillos y pedruscos de diversos tamaños por lo que
entonces era El Ferial de Benavente. Era el Ferial pues allí se
celebraba antaño la Feria de Ganadería. Prueba de ello son las
argollas para el ganado que aún se conservan en la Fachada del antiguo
almacén de coloniales Otero.
Estamos en 1960 y entonces Transportes Iglesias de Benavente era un
referente en lo que concierne al tránsito y desplazamiento de
mercancías por carretera. Disponían por aquel entonces de dos camiones
Mercedes L6600 que se dedicaba al transporte de ganado. El Mercedes
L6600 era por aquel entonces el equivalente a poseer hoy en día un
Ferrari. Un camión caro y exclusivo que Eduardo conducía y del cual
guardó un recuerdo maravilloso hasta el final de su vida. No debemos
olvidar en esta historia otros camiones contemporáneos del Autocar
como eran los dos GMC que el Señor Flórez guardaba en sus naves del
Ferial. Adjunto una foto de uno de ellos descargando los ladrillos en
el patio del Colegio Virgen de la Vega de
Benavente ante la atenta mirada del Oficial de obra y de los Padres y
debatiéndose entre los juegos de los críos. Era otro mundo y otra
época donde estas pequeñas cosas se apreciaban como si fueran un
tesoro.
EL FERIAL DE BENAVENTE
Pero volviendo al tema que nos interesa y al margen de otras
“Joyas” que circulaban por aquí, el Autocar llamó la atención de forma
inmediata de Miguel, uno de los socios de la empresa. El camión pasaba
una y otra vez por el Ferial de Benavente con su carga y como es
normal llamaba la atención. El Autocar DC-75 era ciertamente un camión
elegantísimo. El DC-75 no se comercializaba carrozado pues fue
concebido por el fabricante norteamericano como una cabeza tractora.
Una cabeza tractora de las primeras en llevar literas. Esto conllevaba
una cabina grande y amplia. Según me comentó Eduardo, el Autocar fue
en origen un camión perteneciente al Ejército Español. Con toda
probabilidad vendido al Ejército en base a los acuerdos de ayuda
firmados con Estados Unidos. De ahí que no tuviera ninguno de los
extras con los que el fabricante Norteamericano equipaba de serie el
modelo y resultara en cierto modo un poco vulgar. Sin embargo el
camión acabó en manos de Cesáreo Pichel de Zamora. Cuando este camión
fue transformado de cabeza tractora en camión con caja...lo ignoramos.
En cierta ocasión Miguel me comentó que el Autocar, tras haber
abandonado el Ejército fue llevado a Madrid para modificarlo. La
modificación se llevó a cabo por lo visto en unos talleres que se
llamaban “La Golondrina” sin embargo es un dato por confirmar. Sin
duda en el transcurso de esa modificación el camión perdió la quinta
rueda que fue sustituida por una plataforma. El camión perdió asimismo
los escapes verticales tan característicos en los camiones americanos.
En esta configuración el Autocar estaba capacitado para transportar
cargas muy pesadas pero con muy poco volumen. Obviamente para Cesáreo
Pichel, que se dedicaba al transporte de cementos y materiales pesados
el camión era perfecto...El motivo de esta modificación es una
especulación pero hay que tener en cuenta que el Autocar debía de
moverse por zonas de difícil acceso, canteras etc...para lo cual el
trailer con toda probabilidad resultaba un engorro impresionante. Sin
duda el Camión fue remotorizado entonces. El DC-75 se comercializaba
con un motor Cummins de 285 cv. Con toda probabilidad y al disminuir
MERCEDES L-6600 EN ESTADO ORIGINAL.
el tonelaje del camión el motor se sustituyó por uno más pequeño y
económico pero suficiente para mover esas cargas pesadas y de poco
volumen sin problema.
Miguel sugirió la posibilidad de comprar el camión y añadirlo a
la flota de la Empresa pero esto no fue bien visto. No fue bien visto
pues el Autocar a pesar de ser un camión impresionante no cumplía las
necesidades – según me comentó Eduardo- de la Empresa. Tras varios
viajes de prueba y negociaciones, Transportes Iglesias adquirió el
camión en 1960. La Empresa disponía entonces de dos cocheras en El
Ferial. Una a cada lado de la avenida de 50 metros de anchura. La
primera noche que el Autocar pasó en Benavente lo hizo en la cochera
que había bajo la casa de Eduardo y Seve. Eduardo bajó a Seve –
entonces una chica- a enseñarle el nuevo camión. Seve obviamente no
conducía los camiones pero sí sabía en cierta medida las necesidades
de la Empresa. Según su propio testimonio, cuando bajó a la cochera y
vio el artefacto allí metido dijo...!madre mía, esto es un
mastodonte¡¡¡. Pasada la primera impresión no dejo de advertir como me
comentó en varias ocasiones que el camión era tremendo pero...mucha
cabina y poca caja, mucho motor y poca caja...en fin. El coste del
camión...un millón de pesetas de las de entonces.
El Autocar comenzó su andadura en Benavente. Tenía un motor
Cummins de 200cv. Lo cual le otorgaba un poder que ningún otro camión
de la zona podía igualar de modo que la Empresa comenzó a asignarle
viajes de remolacha. Una carga extremadamente pesada y molesta para un
camión. Aquí comenzó la juerga. El Autocar podía con 25 toneladas pero
con esa caja tan corta había que montar una extensión de la misma en
elevación para completar la carga...Había que levantarse a las tres o
las cuatro de la mañana, arrancar y salir hacia la tierra de
remolacha, llevando el Camión de noche a través de los caminos de
tierra de las fincas. Allí estaban ya esperando los propietarios de la
remolacha, dispuestos para cargar el camión...a mano!!! Eso de las
EL FERIAL. A LA DERECHA LA COCHERA DE TRANSPORTES IGLESIAS.
palas excavadoras son cosas muy nuevas!!!. Sin embargo, a bordo del
Autocar, al que se le habían desmontado las literas venían once
personas!!!para apoyar a la carga. La temperatura, de noche y en
invierno era del orden de diez grados bajo cero de modo que dentro de
la enorme cabina iba un bidón lleno de leña ardiendo. El humo salía
por las ventanas abiertas mientras la ventisca helada atravesaba la
cabina de lado a lado. En medio de esa barahúnda, entre toda la helada
y en la oscuridad sólo rota por los faros del Autocar comenzaban a
cargar la remolacha ayudándose de purrideras. La tarea era atroz pues
la altura de la caja obligaba a lanzar la remolacha a una altura
descomunal. Mientras tanto en la cabina el bidón seguía ardiendo por
los cuatro costados y Eduardo mantenía el motor en marcha entre el
humo y las cabezadas para proporcionar la necesaria iluminación. Una
vez cargado el Autocar, tarea que llevaba unas cuatro horas, se
procedía a llevar la remolacha a la Azucarera de Benavente para lo
cual había que guardar cola. La descarga...a mano!!! De modo que los
once tíos bajaban del camión, subían a la caja y vuelta otra vez!!! La
velocidad del camión era de unos 50 Km/h. de modo que entre la llegada
a la finca, la carga y la descarga les daban las siete de la tarde.
Una vez acabada la faena había que llevar el camión a la gasolinera a
repostar pues no hay que olvidar que el Autocar es un camión
americano...no hay miramiento al consumo de combustible. Aquí venía
otra de las características odiosas del Autocar y esa era su pequeño
tanque de combustible. El DC-75 traía de origen un enorme tanque. Sin
duda en la modificación fue eliminado por otro más pequeño lo cual
creó un lío de espanto...
Por supuesto, el Autocar realizó algunos viajes a Peñafiel
cumpliendo otros cometidos de la Empresa como era el transporte de
Harina y pienso. En estos cometidos y según me comentó Eduardo, el
Autocar era mucho mas eficiente pues cumplía la labor para la que
había sido modificado...cargas pesadas y de poco volumen. Sin embargo
FÁBRICA DE HARINAS LA SORRIBAS.
el Autocar traía consigo una serie de cosas muy desagradables. Los
silentblocks del bogie trasero, situados bajo las ballestas eran de
bronce y se desgastaban cada poco tiempo. En muchas ocasiones según el
testimonio de Eduardo, se salía con un viaje a Valladolid o Peñafiel
con el Autocar. Hora de salida, las tres de la madrugada. Hora de
llegada, las doce de la noche. En el viaje de vuelta el camión
comenzaba a tener un comportamiento anormal consistente en una serie
de golpes y rigidez en el bogie. Era el presagio de una noche atroz.
En lugar de irse a la cama había que ir a la fragua de Carbayo con el
camión. El herrero temblaba cada vez que al Autocar llegaba a su casa.
Siempre era a media noche...los silentblocks estaban desgastados de
modo que no quedaba otra que hacer unos nuevos, levantar el camión,
desmontar el bogie trasero ruedas incluidas y reemplazar las piezas.
BOGIE TRASERO CON EL SILENTBOCK.
Como el
herrero ya conocía la milonga ya tenía tres docenas de
silentblocks hechos para el Autocar y así ahorraba tiempo. Para cuando
habían acabado ya eran las seis de la mañana de modo que había que
salir de nuevo con el camión a otro viaje. Sin dormir!!! Otra vez el
bidón ardiendo, la helada, la ventisca y además sin pegar ojo,
comiendo en el camión según se conducía...por supuesto en aquellas
carreteras y con la suspensión militar del Autocar que era más fina
que unas bragas de Uralita...
Entonces llegó lo del Circo. El Autocar lo solía llevar Miguel y
Eduardo se encargaba del transporte de ganado a Asturias y a otros
lugares con el Mercedes L6600 de color verde oliva y su caja
personalizada. Llegó lo del circo pero el motor del Autocar que sin
duda ya no era el original comenzó a dar problemas. Según me comentó
Eduardo, Cesáreo Pichel, el antiguo propietario les proporcionó un
motor nuevo idéntico al que tenía. Un Cummins de 200cv. El Camión fue
remotorizado con él pero según palabras textuales de Eduardo, aquello
“era una mierda asquerosa” El asunto es que el dichoso motor estaba
más zurrado que las maracas de Machín de modo que hubo que llevar el
Autocar a la casa Cummins de Madrid que por aquel entonces estaba en
el Barrio de Salamanca. La juerga de la puesta a punto del camión
costó 200.000 pesetas de las de entonces. A la vez que el camión se
rectificó mecánicamente, pensaron que sería interesante hacerle unas
modificaciones con el fin de aumentar la escasa longitud del bastidor
y solucionar de una vez por todas el asunto de los silentblocks del
bogie, el tanque de combustible etc...
MACK B-77.
Sin ninguna duda la Empresa líder en el sector de la transformación de
vehículos pesados por aquel entonces era M.I.C. o dicho en claro
Mintegui Industrias de Camión. Tú le entregabas un camión como este y
ellos te devolvían un vehículo completamente modificado y con sus
características mejoradas increíblemente. Por supuesto que hablaron
con Mintegui acerca de la transformación del Autocar y prueba de ello
es que este les envió dos fotografías de un elegantísimo Mack B-77
modificado en color negro metalizado que estuvieron decorando el
despacho de la Empresa hasta el día de su cierre. La modificación,
según me contó Eduardo costaba un ojo de la cara. Un millón de pesetas
hablando claro, de modo que aquello se pospuso una y otra vez hasta
que se desistió de ello.
Sin embargo no por ello la Empresa dejaba de recibir solicitudes
de transporte. Llevar un circo completo desde Madrid hasta Fernán
Núñez puede parecer algo de guasa pero a esta gente no se le ponía
nada de por medio de modo que se aceptó el viaje. Según el testimonio
de Eduardo el transporte se llevó a cabo con dos camiones. Eduardo
transportó en su mercedes L6600 equipado con las jaulas de ganado a
REFINERÍA DE PUERTOLLANO.
AUTOCAR DC-75 EN ESTADO ORIGINAL
los animales y Miguel en el Autocar llevó la carga pesada consistente
en la carpa, los graderíos y todos los juegos de los críos...Tanto en
el viaje de ida como en el de vuelta, el Autocar atravesó el centro de
Madrid. El Autocar se paseó por la Plaza de La Cibeles cargado con el
Circo camino de Fernán Núñez donde llegó tras no pocos apuros pues
pasó el puerto de Despeñaperros prácticamente sin frenos en una
alocada carrera seguido por Eduardo con su Mercedes!! No se podía
AUTOCAR DC-75 EN ESTADO ORIGINAL
desaprovechar el viaje de vuelta de modo que el Autocar seguido por el
Mercedes, una vez descargado el Circo, alteró su ruta y pasando por
Valdepeñas se dirigió a la refinería de Puertollano. Allí le esperaban
25 tm. de aceite de motor en barriles para ser transportados a
Benavente. De nuevo el mastodonte atravesó Madrid, esta vez con su
carga química hacia las tierras zamoranas donde llegó sin novedad tras
una semana de viaje.
El Autocar seguía siendo impresionante. Pintado en color crema, con
la parrilla del radiador cromada, la enorme cabina y las ruedas de
radios. Pero ya estábamos en 1963 y en ese momento el mercado nacional
ya comenzaba a ofrecer camiones que si bien no eran tan impactantes
como el Autocar si ofrecían una mejor fiabilidad en lo concerniente a
los repuestos, mantenimiento y lo que era mas importante para la
Empresa, el volumen de carga. Hablamos del Pegaso Europa, del Comet,
del Barreiros, del Pegaso cabezón etc...
El Autocar se vendió a un transportista de Castrillo de La Cepeda
en 1963...justo el día del asesinato del Presidente Kennedy.
Transportes Iglesias adquirió dos Pegaso Comet, Un Pegaso Europa, un
Pegaso “cabezón” y un Barreiros, camiones que conservó hasta su
desaparición...
1981.
COLEGIO VIRGEN DE LA VEGA EN CONSTRUCCIÓN.
Yo llegue a Benavente en el año 1981. Para ser más exactos el día 11
de Septiembre de 1981 a las 19.00 horas. Ya tenía plaza reservada en
el Colegio Virgen de la Vega. El Curso de quinto de la antigua EGB
comenzó el día 15 a las 10.00 horas. En esos primeros días yo comencé
a familiarizarme con la Localidad y para mi sorpresa, acostumbrado a
los tamaños y distancias que ofrece la Capital, descubrí que todo el
casco urbano podía recorrerse a pié en un cuarto de hora. Era algo
nuevo e interesante. Unos veinte días después de llegar a Benavente,
estando en la terraza de mi domicilio a seis pisos sobre la Avenida
del Ferial, escucho un bramido extraño que va aumentando. Mi costumbre
da andar siempre con los prismáticos colgados del cuello tuvo ese día
su recompensa. Como a un kilómetro de distancia, justo en la curva de
confluencia de la Avenida y la vía del Ferrocarril visualicé el origen
del ruido. Se acercaba un extraño camión. Lo fui siguiendo con los
prismáticos hasta que estaba a unos 150 metros momento en el cual bajé
el valioso instrumento óptico para ver en directo bajo mi terraza el
paso de aquel extraño vehículo. Era una grúa de tres ejes pintada de
rojo y blanco. Con una parrilla y una delantera impresionante y además
iba remolcando a un Barreiros de cuatro ejes!!!El ruido hacía temblar
la terraza pero tan rápido como vino se fue arrastrando su carga.
Grúas Maestre...es lo que ponía en el camión con una elegante firma
blanca sobre el elegante carrozaje rojo de la grúa...
Yo siempre subía al Colegio por las calles antiguas del centro
del pueblo pues por aquel entonces era más seguro pero mi compañero de
mesa que se apellidaba Fraile y al que he tenido la ocasión de volver
a ver hace unos días me dijo que le acompañara hasta el portal de su
casa en la Avenida del Ferial. De modo que bajamos por la Cuesta del
Hospital hasta la plaza de La Soledad y al llegar allí...GRÚAS
MAESTRE. Allí estaba. Aparcado en lo que luego supe que era su lugar
habitual junto a la Ermita de La Soledad. Claro que entonces tenía
prisa pero el extraño camión ya estaba localizado. Junto a él había
una grúa de aspecto similar pero más pequeña y un Land Rover
convertido en grúa. Esto era un viernes. El Sábado fuimos a hacer una
visita a Mario Bezos en la Sucursal del Banco Central en la Plaza de
LA SOLEDAD.
La Soledad y allí seguía el extraño camión. No tuvimos tiempo ese día
de acercarnos a él de modo que le comenté a mi padre que el Lunes
iríamos a verlo después de comer. Se entraba a clase a las tres y
media de modo que salimos de casa a las tres para tener tiempo de
cruzar la plaza y ver el intrigante camión. Así lo hicimos en efecto.
Entramos en la Plaza de la Ermita y allí estaba. Yo pensaba que se
trataba de un Mack o de algo similar pero el trasto tenía una
inscripción en el lateral de la capota...AUTOCAR-DIESEL. Yo entonces
era pequeño y me pareció mucho más grande de lo que ya es. Vimos el
camión, lo rodeamos un par de veces y nos fuimos. No sin antes ver
otro extraño vehículo cuyo apodo era “la chata” y que tenía el volante
a la derecha. Su marca:”straussler essex”. El Land Rover allí estaba
desde luego. Lo que más me llamó la atención del camión fue su olor a
grasa. Siempre he tenido un olfato especial y ese camión puedo jurar
que podía olerse. Tenía un olor característico y único que sólo puedes
percibirlo junto a él y en ningún sitio más.
En estas estábamos cuando ya entrado el año 1982 me comentó mi
padre que el vecino Eduardo, el de los Transportes Iglesias, iba a
venir a la Tienda a ver con nosotros un partido del Real Madrid. He de
decir que teníamos una tienda de Car –Audio en Benavente y teníamos
allí un televisor en color que por entonces era una novedad. Nos
compramos unas cervezas, cerramos la tienda y preparamos allí unas
hamacas y la estufa. Eduardo llamó al cierre y lo abrimos. Es el día
que lo conocí. Entró en la tienda sonriendo como era habitual en él,
con sus gafas, su pelo blanco, y llevando consigo la bota del vino y
unos chorizos para amenizar el partido. Eduardo conducía un Pegaso
Europa. Le comentamos una vez sentados que habíamos visto un camión
enorme que se llamaba AUTOCAR-DIESEL...según se lo dijimos se echó a
reír diciendo...”ese chisme fue nuestro”...
El Autocar pasaba una y otra vez por el Ferial. Eduardo y Seve
subían a casa a merendar muchos fines de semana y claro, en la época
estival la merienda se hacía en la terraza del sexto piso que daba
para la Avenida. En una ocasión durante la merienda consistente en una
empanada gallega de un par de kilos, chorizo, jamón y vino...pero vino
por la bota, se comenzó a oír el ruido...Eduardo sin mirar siquiera
dijo...”ahí viene el Autocar”. Nos acompañaba en la merienda Don José
Muñoz Miñambres a la sazón Canónigo en la Catedral de Zamora. Entre
las risas de todos pasó el Autocar por debajo de la terraza remolcando
esta vez un moderno Pegaso de cuatro ejes. El olor del camión podía
percibirse incluso desde la terraza mezclado con los gases de
combustión.
El Autocar renace.
CAMIÓN M-62 EN ESTADO ORIGINAL.
Por supuesto que conocí a Andrés Maestre Sr. No todo lo que yo hubiera
deseado pero si lo suficiente para saber que además de un trabajador
nato era un visionario. Tenía la capacidad de poner en marcha una idea
y eso aunque parece sencillo no es nada fácil en la realidad.
De modo que Andrés según me comentó en 1992 compró aquel Autocar
al transportista de Castrillo de Cepeda. El Autocar había terminado
con los nervios de aquel hombre de modo que se deshizo de él. Creo
recordar que Andrés me comentó que le pagó 50.000 pesetas en efectivo
por el camión. El Autocar de nuevo volvió a Benavente y entró en el
Taller de Andrés. Simultáneamente a la compra del Autocar, Andrés
consiguió una cabeza tractora M-62 de tres ejes proveniente del
Ejército en muy buen estado. Esa cabeza tractora vino de Zamora y fue
llevada al taller junto al Autocar. Por supuesto que todo el mundo
estaba intrigado con lo que se estaba cociendo dentro del taller de
Andrés. Según Eduardo,
cuando le
preguntaban a Andrés...¿pero que estás haciendo ahí dentro?
Respondía...”una cosa maravillosa”. El Autocar fue desguazado in situ
según me comentó Andrés. Se aprovechó el motor, la parrilla, el número
de bastidor y la matrícula. Esto fue adaptado a la tractora que a la
vez sufrió la eliminación de la quinta rueda y un alargamiento de
chasis de 1.5 metros para alojar un freno eléctrico. El bastidor del
Autocar fue aprovechado para hacer las correderas de las nuevas
puertas del antiguo taller de Andrés. Esas correderas aún pueden verse
pues el edificio aún existe. El motor de la tractora se desmontó de la
misma pues según me comentó Andrés era de gasolina y por lo tanto
prohibitivo. La grúa extensible fue construida íntegramente a mano y
el cabestrante vino de un buque de carga. Puede parecer curioso que
casi en los 70 se construyera este camión. Si bien el mercado de
camiones era medianamente bueno no lo era tanto el de la maquinaria.
Todo era escaso y caro de modo que había que ingeniárselas. La
parrilla metálica delantera del M-62 fue retirada de su lugar original
en la delantera del camión y con ella se realizó una defensa delantera
con la inscripción “Grúas Maestre” forjada. La delantera del Autocar
fue adaptada en su lugar a la tractora M-62. Según me comentó Andrés,
la tractora tenía un parachoques muy adelantado. Este se conservó
cubriendo los huecos con una plancha corrugada y añadiendo en la parte
inferior del mismo unos lastres de plomo de 1500 kg. La cabina
original del M-62 en lona fue reproducida en chapa y adecuadamente
tapizada.
Desde luego la construcción de la grúa junto con toda la
obra de reconstrucción del camión es una labor digna del mejor elogio.
Yo admiro la construcción de este camión pues no es una cuestión de
paciencia. Que paciencia...La paciencia sin una base técnica no vale
de nada. Eso era una obra de ingeniería realizada y replanteada a pie
de obra con unos resultados que se veían, que se reproducían una y
otra vez y que sirvió para dar de comer a varias familias lo cual no
es moco de pavo.
El asunto es que lo que salió del taller. Esa mezcla entre el
Autocar y el M-62 era realmente una maravilla.
Yo con apenas catorce años ya manejaba una pequeña parte de las
ventas del negocio de la tienda de Car-Audio. Este negocio nos
permitió ponernos en relación con casi todos los comerciantes del
gremio de la automoción que había en Benavente entre ellos Grúas
Maestre. Recuerdo que mi padre tenía una especial amistad con uno de
los empleados de la Empresa. Este señor se llamaba Luis. De modo que
Papá le comentó que había que ir un día a ver el camión con más
detenimiento. Esto fue en 1984. Yo regresaba del colegio y me comentó
Papá que ya había hablado con Luis. Le había comentado que nos
enseñarían el Autocar a fondo y que si hacía falta se ponía en marcha
el artefacto para poder verlo en toda su expansión!!
De modo que un sábado me cogí a la Abuela Juana y nos fuimos a la
Soledad al Taller de Andrés a ver el Autocar. Cuando llegamos allí
Luis no estaba!!!pero fue igual pues el personal que estaba allí nos
atendió maravillosamente bien, nos enseñó todo el camión, me dejaron
subir a la cabina, ver la grúa...simplemente fantástico.
Entretanto, Andrés estaba preparando un nuevo taller en las afueras
de Benavente. Una obra espectacular que ahora mismo está en uso. El
nuevo taller incluía según me comentó Andrés un hotel, restaurante
etc...el Taller se llevó a cabo pero el resto no. Sin embargo la
estructura de lo que habría sido el hotel se levanta delante del
taller y los vehículos para acceder a él tienen que pasar bajo ella.
Un dato curioso que poca gente conoce. Estamos ya en 1986 y el Autocar
sigue en marcha pero ahora desde el nuevo taller. El día de San
Cristóbal de 1986 se celebra una misa televisada para toda España en
la explanada que hay ante el nuevo Taller de Andrés. Yo leí una
petición durante la homilía y Eduardo acompañó a los Sacerdotes
llevando Los Evangelios en su transcurso desde la improvisada
Sacristía hasta el Altar ubicado sobre la góndola de un trailer. Allí
estaban Andrés, Benito, Seve, Manolo, Miguel y otras cinco mil
personas. Presidiendo la ceremonia estaba el Autocar que secuestraba
todas las miradas del público y gran parte de los enfoques de la
cámara. Una vez acabada la homilía el público se acercaba a él como si
fuera un objeto de veneración. Entonces no había cámaras digitales y
realmente es una pena pues no me cabe duda de que ese día se habrían
agotado varias tarjetas gráficas a costa del camión.
Casi estábamos en los 90 y el Autocar seguía funcionando a toda
máquina pues era mantenido con mucho esmero. En Diciembre de 1990
estando de permiso de Navidad en el Ejército me acerqué con Papá al
Taller de Andrés. Ya era tarde y estaban a punto de cerrar de modo que
tenían todas las luces del Taller apagadas. Allí estaba Andrés con su
hijo- que ahora dirige la Empresa- y les pedí ver el Autocar. El viejo
me agarró del brazo llevándome hacia la zona de aparcamiento donde
estaba el Autocar mientras Andrés Jr. Encendía las luces de la nave.
De nuevo volví a subir al Autocar esta vez por cortesía de su
constructor. Andrés me dio una foto del camión que aún conservo. En
esta ocasión la señora de Andrés Jr. Me comentó que seguían utilizando
el camión pues funcionaba muy bien. También me comentó que por lo
visto había gente que se reía por el hecho de usar un camión tan
viejo...”La telarona” es el nombre con que apodaban el camión. En Fin.
Yo hice cuatro dibujos del Autocar con rotuladores carioca. Dos los
tiene él en la oficina y los otros dos están en el vestíbulo de mi
Museo Grand Central de Pobladura del Valle. Andrés me comentó en esa
ocasión que el motor Cummins ya no lo tenía. Se había quemado por lo
visto durante el transporte de unas piezas de calderería desde
Zaragoza a La Coruña.
Por supuesto, el Autocar ha estado en activo hasta hace poco. Una
de sus últimas intervenciones fue en la construcción de la Factoría de