CAPÍTULOS ANTERIORES.
7/7/20
25/10/20
18/1/21
12/2/21
Manzanares Ciudad Real). LLevamos 2.557 kilometros desde Barcelona. LLegamos ya cansados. A la entrada de la Ciudad mano de Booking, nos ofrecen uno de los de toda la vida, como las fondas.
Un patio interior precioso. Las habitaciones en su
alrededor.
Hotel Menano, ha hi que tenga parking. Llevamos la casa encima en la furgoneta, no quisiéramos una rotura de cristal para robarnos. Está en una calle estrecha del centro del pueblo. El parking al otro lado de la calle del Hotel. Parece que sería, en el lugar del aparcamiento, una hostería medieval. Antecesora al establecimiento.
Interior del aparcamiento. Se cierra por la
noche por una pesada puerta de hierro. Automática.
Después de almorzar, tostadas con aceite de oliva y cafe , cogemos los bártulos y continuamos carretera.
Es domingo está todo cerrado, por lo cual decidimos no visitar nada. Incluso el Hotel una vez hemos salido lo cierran cal y canto y cada empleado a su casa.
Vamos hacia Ruidera pasando por Sant Carlos del Valle.
Nitrato de Chile, un clásico de nuestras carreteras
hecho con rasillas barnizadas al fuego. Para toda
la vida.
La carretera llana. La Mancha.
Aparcado a la espera de viaje.
Otro clásico de estas lares. Don Quijote de la Mancha.
La obra cumbre de Miguel de Cervantes.
La cúpula oscura al fondo, es lo que nos llama
la atención. Sobresaliendo del rojo de las cons-
trucciones del pueblo.
Una belleza la gran plaza porticada
Salimos de San Carlos dirección a Ruidera. A ver que nos encontramos. He oído mucho hablar de las lagunas de Ruidera, pero nunca he estado en ellas. hoy las conoceremos y valoráremos.
Don Pepe nos saluda en la carretera.
LLegamos a Ruidera es mediodía, hora de comer. Paramos al lado del pantano de Peñarroya, donde desguaza el agua de las lagunas e inicia el rio Guadiana bajo. Es un restaurante de verano, pero esta abierto. El único creo en esta época del año. La comida normal, sin exquisiteces pero contundente de carne de lechal, chorizo, huevos y patatas fritas. De postre helados. No hay mas. Nos sentamos delante una ventana que daba al embalse, pero la vista era al interior del restaurante. Controlábamos la situación, la espalda cubierta. El dueño estaba sentado dos mesas mas allá en nuestra misma posición. Desde allí controlaba. Las dos camareras con los platos llenos a la ida y vacíos a la vuelta al pasar por delante su mesa lo miraban. El hacia una señal, tenia controlado todo el comedor y las orientaba donde tenían que dirigirse con un simple gesto.
Pantano de Peñarroya.
Una vez la barriga llena empezamos la visita a las lagunas. La camarera nos adelanto que teníamos que ir a la cascada de hundimiento, en sentido inverso a las lagunas. Le hicimos caso. Y efectivamente valía la pena.
Cascada del Hundimiento.
Después del hundimiento, iniciamos la carretera de subida, por las lagunas. Es, desde luego maravilloso, lleno de pequeñas cascadas de laguna a laguna y un paisaje entre agreste y alpino. Es noviembre la flora duerme. Tendríamos que ir en primavera, verano. Aunque el inconveniente es la masividad de personal, no creo trasmita lo que nos trasmite ahora, sin publico alguno, fuera de algún despistado como nosotros o algún dominguero amante de la naturaleza.
Empezamos por las grandes y subimos hacia las pequeñas.
Oscurece, tenemos que buscar cena y alojamiento. Decidimos pasar la noche en la camper, habíamos comido bien era Domingo y no quisimos aventurarnos. Teníamos como siempre pan y fuet, era tarde así que decidimos dormir a la entrada de Daimiel. Levantamos techo, para cenar cómodamente y luego dormimos en la cama de abajo. Recordando las lagunas, cada una tiene un nombre, su historia empiezan en Ossa de Montiel (Albacete) cruzan la provincia terminando en la población que les da nombre en la provincia de Ciudad Real, el verde, el turquesa me acompañan al sueño...
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