Antes de existir las concesionarias de ITV, a los vehiculos industriales pasaban la revisión (ITV actual), a la altura de una acera, del denominado Paseo Morrot, Paseo de Montjuic. Acera de rajola de redondas de Barcelona y calle de adoquines, completamente bacheada por el peso de los camiones. Cuando llovía teníamos que llevar botas de agua para bajarte del camión debido a los grandes charcos ocasionados.
Los turismos andaban en la calle Numancia, por encima la diagonal.
La cola empezaba a cuatro metros de la esquina, en el Bar Valero continuando hacia arriba por el Paseo de Montjuic bordeando la montaña.
Cuando te tocaba, ibas allá, poniéndote en la cola y a esperar, moviendo el vehículo metro a metro.
Las revisiones eran solo por la mañana, algunos arreglos los hacías o en la misma cola si llevabas bombillas de recambio tenias que cambiar las fundidas. Largas, cortas, cruce, galibo, freno, marcha atrás era lo primordial de la Revisión anual. Un fallo en las luces, era suspenso seguro.
Ante que nada tenias que pasar unos días antes, por una carnicería, para que te dieran o comprar una butifarra, simplemente por el papel del envoltorio. El papel de estraza.
Este papel era el mejor para sacar las calcas del motor y el bastidor del camión. Aquellos vehiculos en "aquellos" años goteaban aceite por doquier. Con un buen acopio de trapos, limpiar los bajos del motor así, como un destornillador plano para quitar todo el barro y mierda acumulada en el chasis y así mismo hacer la calca. El mejor lápiz aquel que decían de "paleta", rojo, de mina ancha que en un par de pasadas calcaba bien.
Las calcas tenían que ser nítidas, sino podrían echarte para atrás si algún número o letra podia crear confusión.
Otra de las particularidades de esta cola. Los vendedores ambulantes. Sobre todo de relojes, polvos limpiadores y tizas para que en cristales, resbalaban las gotas de agua.
A las nueve empezaba la Revisión. El personal era un Ingeniero o delegado de Obras Públicas y dos ayudantes. Recuerdo que los tres iban en largas gabardinas en tiempo de invierno y el jefe con sombrero. Todos con un fino bigote debajo la nariz.
La oficina se montaba en la acera, al costado de la entrada del bar. Las dos sillas y la mesa se guardaban dentro del bar y los dos ayudantes, unos minutos antes la sacaban a la acera junto con las sillas.
Una vez sentado el jefe y el ayudante de mas rango, que lo único que hacia era abrir los papeles para ponerle el sello, según el asentimiento del Ingeniero. Empezaba la función. A veces para ir deprisa me había levantado a las cinco de la mañana para ser de los primeros de la cola, por lo cual el montaje era en vivo y en directo.
El otro ayudante venia al camión por la puerta de el lado de la acera. Encima el asiento del ayudante recogía la documentación y las calcas, llevándolas a la mesa de examen. Luego se ponía delante tuyo. Cortas, largas, posición e intermitentes, así mismo en la parte trasera, posición, la marcha atrás el que la llevaba... intermitentes y freno
Pasado este primer control iba a la mesa le hacia un afirmamiento con la cabeza si era SI a los dos sentados y el ayudante ponía el sello y te devolvía los papeles, encima el asiento del ayudante cerrando la puerta. Ya se puede marchar.
Cuando el sol empezaba a apretar, el inspector sentado, entraba al bar sacando una sombrilla rotulada de Mirinda o Trinaranjus, abriéndola por encima la mesa y la cabeza del Ingeniero. (estudiar para esto).
Otro caso curioso de esta oficina de inspección de vehiculos industriales, eran los días de lluvia. La mesa se montaba dentro del bar, entrando a la derecha haciendo la misma función mezclados el sello, los papeles con algún carajillo ( para el frio. El inspector de fuera, con un paraguas, recoge igual la documentación y las calcas, subiendo los tres peldaños del Bar. Mas de una vez había que salir de la cabina a recoger la documentación que con el viento se le había escapado al inspector.
Las calcas de motor jamás nadie abrió el motor para comprobar que eran las del vehículo.
